"La Taula de Cambis (en la vida económica de Valencia, a mediados del Reinado de Felipe II), HENRI LAPEYRE, Editorial Del Cenia al Segura, 1982

En relación a este libro, que compré en Abril de 2011 en "París-Valencia" (librería de oportunidades) por 2,5€, no puedo menos que recoger las conclusiones del autor, un erudito francés amante de nuestra Historia:
"El libro que se acaba de leer padece cierto desequilibrio. Con la intención de echar luz sobre el tema, hemos recurrido a unos documentos, en particular la magnífica serie de los Manuals dels Consells, que nos conducen hasta el final del reinado de Felipe II. En cambio, no fue posible seguir el examen de la imponente mole de los Manuals de Taula más allá de 1588.
..."

Lo primero que se puede comentar sobre el funcionamiento de la Taula es que era parecido al de los demás bancos públicos españoles e italianos. Estaba encerrada en una red de reglamentos, que tenía por objeto evitar los abusos. Éstos no estaban totalmente apartados, como lo atestiguan varios escándalos. La Taula no consentía descubiertos a los particulares y por lo tanto la clientela tenía al mismo tiempo cuentas corrientes en los bancos privados, más libres en sus pasos, creadores de crédito, por ello más singularmente expuestos a la quiebra, lo que acarreó su supresión en 1587.

Con todo, en un punto preciso, la gestión de la Taula era también imprudente. La Ciudad no vacilaba en sacar dinero de sus reservas en metálico para la financiación de las compras de trigo en España, en Sicilia y en la Italia Peninsular. Esta política triguera redundaba en daño de sus existencias en numerario, que aminoraba peligrosamente. Por otra parte el pago de tratas libradas en Palermo o en Nápoles o en otras plazas, como Lyon, Barcelona, Medina y Madrid, que servian de intermediarios, visto la dificultad de girar directamente sobre Valencia, influía poderosamente en el movimiento de los cambios. El sistema de letras de cambio con el que fluía el comercio mediterráneo queda expuesto al lector.

Estos flujos financieros tenían un carácter frecuentemente especulativo, como lo muestra la sustitución de Medina del Campo por Lyon durante varios años, cuando la suspensión de las ferias de Castilla, un acontecimiento hoy día ignorado, pero de hondas consecuencias en su momento y anticipo de la crisis económica que atenazaría a España en la primera mitad del XVI.. Considerando las cifras de antes y después del mes de diciembre de 1587, consta que la mayor parte del tráfico pasaba por el conducto de los bancos privados. La Taula recogió su herencia, acrecentó fuertemente el volumen de sus negocios, pero muy poco sus existencias en metálico.

"Una de las enseñanzas más inesperadas de nuestro estudio es el empleo de la letra de cambio como medio de pago, aunque no existiese una verdadera corriente comercial... En todo caso, estos hechos denotan un gran conocimiento de la letra de cambio en casi toda España, salvo en la costa cantábrica.
..."

A decir verdad algunas de las lecciones de este libro me resuenan. Tenemos un Banco público que no concede crédito, por seguridad del público. Que hereda el monopolio de la actividad bancaria desde 1588. Pero los poderes públicos no dudan en poner en peligro ese Banco al utlizarlo para financiar las políticas sociales: comprar trigo caro en tiempos de escasez en el granero del Mediterráneo, Sicilia; para venderlo barato en Valencia (se almacenaba en los silos de Burjassot). Al final tuvo que desaparecer a primeros del XVII y crearse la Novísima Taula por la simple razón que las pérdidas acumuladas de esa política social eran insostenibles a largo plazo.

 Mientras, en 1588 los bancos privados son prohibidos en España tras una serie de quiebras en cadena; el crédito queda prohibido (aunque burlada la prohibición parcialmente) con la consecuencia de agudizar la depresión económica y la pérdida de recaudación financiera. Se ponía la semilla del declive del Imperio Español al no saber (y carecer de estímulo para) emprender las reformas necesarias y no apreciar la causas estructurales de la crisis económica (con lo cómodo que es echarle la culpa a los banqueros). Eso sí, también igual que ahora, los hispanos encantados de haberse conocido y convencidos de estar en posesión de la verdad, cuatro siglos hace.

El trabajo del historiador es minucioso, extrayendo de los libros contables conservados la información cuantitativa y cualitativa que una vez tabulada nos permite conocer el circuito comercial y financiero de una plaza como Valencia, que si a finales del siglo XVI ya ha perdido la pujanza de cien años atrás aún tiene peso económico en el Mediterráneo occidental. Pero al mismo tiempo, partiendo de las crónicas del tiempo nos describe los modos y usos de la ciudad surgiendo así un cuadro de gran interés para entender nuestros orígenes. 

Así, cuando Europa se prepara para entrar en el mercantilismo, para que Amsterdam funde la primera compañía anónima por acciones o la Bolsa, España decide refugiarse en la moral, renuncia al lucro por el trabajo y el esfuerzo, subsidia los alimentos básicos, prohíbe los préstamos con intereses, ... Cien años después el resultado es evidente, por mucho Siglo de Oro de las Artes que mediara.

Lo cierto es que más allá de historias de reyes y batallas, este tipo de documentación nos acerca a la verdadera Historia, ya que nos ofrece información cuantitativa sobre la que poder estudiar el mundo de donde procedemos.
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