“LA CAMPAÑA DE 1812 EN RUSIA” Karl von Clausewitz, Inedita Editores 2006


Magnífico libro para cualquier aficionado a la Historia. Clausewitz compone este libro antes de su monumental “De la guerre”, a partir de sus recuerdos y vivencias en el conflicto. Aunque escribe en tercera persona (como C. Julio César en sus “Comentarios a la guerra de las Galias”), lo hace para intentar mantener su objetividad, incluso en momentos en los que su participación personal es destacada, como las negociaciones para conseguir que el General York cambiara de bando con su ejército prusiano.

Hay que entender que las guerras napoleónicas se insertan en un marco de cambio, entre el Antiguo Régimen y la Revolución. El concepto de nación no está introducido apenas en la política y es embrionario. Para Clausewitz, que piensa como Scharnhorst o Gneisenau, la nación alemana existe y es algo más allá de Prusia, la Confederación o Austria. Pero las normas y usos de sus tiempos le permiten licenciarse del Ejército Prusiano y despedirse de su Rey antes que seguir una política de sometimiento a Francia, tomando el camino de Rusia, en cuyo ejército se enrola como Oficial de Estado Mayor.

Clausewitz analiza el conflicto de forma “moderna”, no mediante un simple recuento de hechos. Observa las condiciones previas y nos ofrece una explicación de la derrota napoleónica. Simplemente, no podía ganar, ya que los rusos no aceptaron jugar según sus reglas.

Bonaparte había basado sus victorias anteriores sobre la premisa estratégica de una rápida penetración, la conquista de la capital enemiga y la rápida conclusión de negociaciones de paz que le permitieran obtener sus objetivos desde una posición de fuerza. Eso conllevaba un gran número de bajas en combate, pero permitía ganar.

En la inmensidad de Rusia, sólo para tomar Moscú y apenas amenazar San Petersburgo, Bonaparte inicia la campaña con 625.000 hombres y llega a su objetivo con 80.000 escasos, tras bajas, rezagados, guarniciones y divisiones enviadas a cubrir los flancos. Tras pasar en retirada el Beresina, apenas 6.000 hombres vuelven a Polonia.

No es sólo el invierno ruso. Sus opciones estratégicas eran nulas una vez que los rusos encajan hábilmente la pérdida de Moscú. Kutuzov reemplaza a Barclay de Tolly ante las críticas por no hacer frente a los franceses y la retirada de Smolensko. Pero mantiene la retirada hasta Borodino, donde las fuerzas están casi igualadas y hace creer a todos (incluso a Bonaparte) que defenderá a Moscú, cuando ya sabe que no lo va a hacer. Dirigiéndose hasta un espejismo, Bonaparte están en medio de la nada, sin logística, con un ejército cuyo mantenimiento se hace sobre el terreno, un terreno que no ofrece nada una vez incendiada Moscú. Si se queda, pierde. Si se retira, también. Pierde un tiempo precioso en un intento de negociación que los rusos alargan todo lo que pueden y cuando toma la decisión, ya tiene el invierno encima.

Todo esto, contado por un experimentado oficial, dotado de un espíritu innovador y avanzado a su tiempo. Un placer de libro.

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